Nuestra situación económica al terminar la segunda guerra mundial
El gobierno surgido de la revuelta del 4 de junio de 1943 y su sucesor, iniciado en 1946, se hallaron en la situación del feliz y atolondrado heredero de una cuantiosa fortuna.
Las reservas monetarias de oro y dólares alcanzaban, al finalizar la segunda guerra mundial, a un equivalente de 1680 millones de dólares. Jamás habíamos acumulado tanta riqueza y nunca la hemos tenido posteriormente. Tan cuantioso caudal era el producto del trabajo de nuestro país, realizado durante largos años bajo las garantías de la libertad. Si pudo acrecentarse considerablemente en el transcurso de la guerra, fue porque antes de su estallido la Argentina se capacitó para producir en gran escala lo que necesitaba y aún lo que era dado colocar en los mercados extranjeros.
La ganadería, la agricultura, la industria, habíase desarrollado libremente. En poco más de medio siglo, a partir de 1880, nuestro país se había convertido en uno de los primeros y mejores productores de carne, en uno de los principales exportadores de cereales y en la nación más industrializada de América del Sur. No tuvo necesidad de que ningún gobierno “encauzara” su trabajo. La iniciativa privada era más ágil e inteligente que el dirigismo estatal.
En 1945 podía pensarse en que había sonado para la Argentina la hora de ascender a uno de los primeros de la economía mundial. Tenía 16 millones de habitantes y había ocupación plena. No existían cuestiones sociales agudas y su nivel de vida era uno de los más elevados de nuestro continente.
Bastaba obrar con cautela para mantener, y aún acrecentar, el ritmo de nuestro progreso. Desgraciadamente no fue así.
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