"Perón es el único soldado que ha quemado su bandera y el único católico que ha quemado sus iglesias".

Winston Churchill

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lunes, 9 de noviembre de 2009

Politica Interna Peronista: El Estado Justicilista

El Estado Justicialista

La “unidad moral” que buscaba el totalitarismo fascista quiso alcanzarla la dictadura mediante la “doctrina peronista”, erigida en “Doctrina Nacional” por una ley de 1952.
Desde entonces tuvo la Nación, prácticamente, dos constituciones: la reconocida como tal, vale decir de le 1853, reformada en 1949, y la “doctrina”. Los enunciados de aquella podría ser violados o desatendidos, sobre todo si eran los de la Constitución primitiva; los de la reforma y la “doctrina” debían ser respetados y cumplidos estrictamente.
Para la dictadura había dejado de ser verdad aquella con que se había hecho la Argentina. “Su” verdad exigía la realización de lo que llamaba una “Nueva Argentina”, cuya expresión jurídica era el “Estado Justicialista”.
No se cambia de un día para otro el ser de una Nación, pero las dictaduras no pueden esperar porque, siendo personales, deben medir su tiempo de acuerdo con la vida posible de quienes las ejercen. De ahí su urgencia realizadora y, también, la violencia de sus procedimientos. Tienen que destruir un orden establecido y de cualquier modo reemplazarlo por otro en el plazo más breve.
Si nuestro país la hubiese requerido o si razones extremas la hubiesen determinado –la derrota en una guerra internacional o un grave levantamiento del pueblo, por ejemplo-, hubiese producido una verdadera revolución, creadora de derechos absolutamente distintos de los anteriores.
El “movimiento justicialista” no tuvo ni podía tener ese carácter. Por más demoledor que pretendiese ser, las circunstancias internas y externas no le permitían extenderse en las reformas. Debió acomodarse a aquellas. No pudo hacer una nueva Constitución sino reformar la existente, introduciéndole algunos de sus “postulados” y, sobre todo, lo que la dictadura personal necesitaba para su percepción: quitar de en medio la norma que la prohibía.
La política interna se redujo, de tal manera, a muy poco, que puede concretarse así:
a) Conservar una apariencia constitucional dentro de la línea histórica;
b) Conservar una apariencia democrática acorde con lo que se entiende por democracia en los países no comunistas;
c) Mantener una apariencia federal aunque de diversas maneras se desconociesen las prerrogativas de las provincias;
d) Organizar al pueblo de tal manera que el dictador pudiera conducirlo según su voluntad;
e) Hacer que las múltiples no conocieran otra opinión que la oficial;
f) Considerar a la opinión disidente como enemiga de la seguridad de la Nación;
g) Crear un estado policial fuerte que vigilara la actividad de todos y reprimirá con máxima energía cualquier desviación, ya fuera de los adictos al régimen, ya de sus opositores;
h) Crear mitos para seducir a las masas ingenuas;
i) Crear intereses para satisfacer la codicia y asegurar la obsecuencia de los principales sostenedores de la dictadura;
j) Monopolizar la propaganda;
k) No descuidarse en momento alguno.
Los principales órganos ejecutores de la política planeada por el dictador fueron el Ministerio del Interior y la Secretaría –por un tiempo ministerio- de Asuntos Políticos.

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