"Perón es el único soldado que ha quemado su bandera y el único católico que ha quemado sus iglesias".

Winston Churchill

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viernes, 6 de noviembre de 2009

La Política Interna Peronista: El Ministerio de Asuntos Políticos de la dictadura peronista

El Ministerio de Asuntos Políticos

La dictadura necesitaba algo más efectivo que el Ministerio del Interior para la consecución de sus fines. De esa necesidad nació la Secretaría de Asuntos Políticos, convertida posteriormente en ministerio y, por último, en algo así como súper ministerio.
En virtud de la ley 13.529 competía a ese departamento lo inherente a la orientación, dirección y fiscalización de la política interna de la Nación para que estuviera acorde en todos sus aspectos y actividades con la “doctrina” que el gobierno había impuesto.
A ese efecto analizaba tal política en sus aspectos generales, locales y particulares y proponía al Poder Ejecutivo las medidas pertinentes; actuaba “en lo relativo a la identificación de las organizaciones nacionales o internacionales, cualesquiera que sean sus fines, que sustenten principios opuestos a las libertades que reconoce la Constitución de la nación Argentina”; coordinaba los planes de acción política interna con los demás planes de gobierno; etcétera, etcétera.
En realidad, los “asuntos políticos” de que ese ministerio debía ocuparse no eran otros que los de “luchar empleando todos los medios y conceptos a fin de que todos los habitantes de esta patria sean peronistas”, según decía el “Plan de acción política 1955/56”.
De él salían las constituciones de las nuevas provincias y los discursos políticos de muchos convencionales y legisladores; en él se preparaban los triunfos comiciales del peronismo, se disponían las medidas de fuerza contra los adversarios peligrosos, se planeaba el aniquilamiento o división de los partidos opositores, se sojuzgaba a la justicia y se destruía el federalismo.
Fue su titular durante todo el período de la dictadura el doctor Román Subiza, oscuro abogado de San Nicolás hasta 1844.
En ejercicio de sus funciones, Subiza organizó todo el mecanismo político del Estado providencia, de acuerdo con las directivas del dictador. Puso en movimiento los comandos y subcomandos tácticos; manejó a los gobernadores de provincias como a simples dependientes del gobierno nacional, y a las autoridades del partido oficialista como a gente carente de importancia. A su arbitrio manejó la justicia, y, en particular, a la de la provincia de Buenos Aires, a la que reestructuró con el fin de dominarla y aprovecharla (1).
Creçia en la utilidad social de los hombres al servicio del mal y hasta de los delincuentes. “El hombre que viola la ley y la enfrenta, es el término de referencia imprescindible para que la virtud brille -escribió en cierta ocasión-. Si no hubiera hombres malos, resulta claro que tampoco los habría buenos. Considerado desde este punto de vista, el hombre malo, el perverso, el inmoral, el que delinque, presta a la sociedad un imprescindible servicio”.
Antes de ocupar el Ministerio de Asuntos Políticos, su situación económica era muy precaria, según lo declaró el doctor Alberto R. Rodríguez Fox, su socio y amigo. En pocos años, y mediante la colaboración de prestanombres, estuvo en situación de adquirir campos, casas, acciones de sociedades anónimas, diarios de San Nicolás y de tener participación en diversos negocios.
Es probable que alguna vez pensara en reemplazar a su amo si las circunstancias le fueran favorables. No tuvo suerte. El dictador debió temerle, como él temía al dictador. Lo separó del ministerio y lo conformó con la senaduría por la provincia de Buenos Aires. Poco después, en un episodio trágico, Subiza halló la muerte.


NOTAS:
(1) Tanto fue así, que cuando su esposa, que lo había demandado por divorcio y era cruelmente perseguida por él, buscó la protección del dictador en la residencia presidencial, oyó de labios de éste el consejo de someterse a la voluntad de su marido, porque había nombrado todos los jueces y éstos harían “lo que les ordenara”.

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